La angustia infantil puede surgir en el niño ante el temor a perder el amor y la protección de los padres. Muchos adultos, que permanecen infantiles en su conducta ante el peligro, han desarrolado sus episodios de angustia sobre esta base.
Archivo del Autor: Norma Cirulli
La angustia
Sobre psicoterapia
Entre la técnica sugestiva y la analítica existe una máxima oposición, aquella misma oposición que respecto a las artes encerró Leonardo da Vinci en las fórmulas per via di porre y per via di levare. La pintura, dice Leonardo, opera per via di porre, esto es, va poniendo colores donde antes no los había sobre el blanco lienzo. En cambio, la escultura procede per via di levare, quitando de la piedra la masa que encubre la superficie de la estatua en ella contenida. Idénticamente, la técnica sugestiva actúa per via di porre; no se preocupa del origen, la fuerza y el sentido de los síntomas patológicos, sino que les sobrepone algo -la sugestión- que supone ha de ser lo bastante fuerte para impedir la exteriorización de la idea patógena. En cambio, la terapia analítica no quiere agregar nada, no quiere introducir nada nuevo, sino por el contrario quitar y extraer algo y, con este fin, se preocupa de la génesis de los síntomas patológicos y de las conexiones de la idea patógena que se propone hacer desaparecer. Esta investigación nos ha procurado importantes conocimientos. Por mi parte, renuncié tempranamente a la técnica sugestiva, y con ella a la hipnosis, porque dudaba mucho de que la sugestión tuviera fuerza y persistencia suficientes para garantizar una curación duradera. En todos los casos graves vi desvanecerse pronto la sugestión sobrepuesta y reaparecer la enfermedad o una sustitución equivalente. Además, esta técnica tiene el inconveniente de ocultarnos el funcionamiento de las fuerzas psíquicas, no dejándonos reconocer, por ejemplo, la resistencia, con la cual se aferran los enfermos a su enfermedad y se rebelan contra la curación, factor que es precisamente el único que puede facilitarnos la comprensión de su conducta en la vida.
SIGMUND FREUD (1904)
Sobre el amor de transferencia
Consentir la apetencia amorosa del paciente es tan funesto para el análisis como sofocarla. El camino del analista es diverso, uno para el cual la vida real no ofrece modelos.
Uno debe guardarse de desviar la transferencia amorosa, de ahu
yentarla o de disgustar de ella al paciente; y con igual firmeza se abstendrá de corresponderle.
Uno retiene la transferencia de amor, pero la trata como algo no
real, como una situación por la que se atraviesa en la cura, que debe ser reorientada hacia sus orígenes inconscientes y ayudará a llevar a la conciencia lo más escondido de la vida amorosa del paciente, para así gobernarlo.
Si el cortejo de amor fuese correspondido, sería un gran triunfo para el paciente y una total derrota para la cura….habría conseguido aquello a lo cual todos los enfermos aspiran en el análisis: actuar, repetir en la vida algo que sólo deben recordar, reproducir como material psíquico y conservar en el ámbito psíquico…»
SIGMUND FREUD
La salud, nuestra responsabilidad
Las afecciones no sólo afectan a la vida particular, sino que también, muchas veces, trastocan el entorno social, laboral o amoroso del paciente porque algunos de sus síntomas le proporcionan dificultad para relacionarse y, en una gran cantidad de casos, les impiden trabajar o desarrollar su vida y su crecimiento de la manera deseada.
Encontrar una forma saludable de vivir, en la que el cuerpo y el psiquismo no nos dificulten un bienestar, es responsabilidad propia.
Palabras sobre palabras
«El poeta busca en la palabra no un modo de expresarse, sino un modo de participar en la realidad misma.» ALDO PELLEGRINI
La palabra es la herramienta por la cual el recién nacido, un cachorro prematuro en un mundo de deseos ajenos, podrá humanizarse, es decir, construir su propio deseo.
El ser humano encuentra en el lenguaje el equivalente al acto y lo que no puede ser pronunciado, carece de existencia para él, porque no puede ser pensado. Es después de la palabra que hay mundo para el sujeto y el mundo particular de cada uno tiene la dimensión de su propio psiquismo.
La palabra expulsada de la consciencia, y así silenciada, reprimida, no sólo impide la mirada sobre parte de la existencia, sino que puede ser productora de enfermedad, retornando sintomáticamente en modos de decir sin palabras.
La censura ejercida sobre ella y sus posibles combinaciones, constituye siempre un modelo con graves consecuencias, dando lugar a la producción de síntomas. Por eso es necesario aproximarse a la liberación de una palabra, de una frase, para poder permitirse la posibilidad de combinar cualquier palabra con cualquier otra palabra, en tanto que, mientras haya combinaciones que generen asco, vergüenza, celos, envidia, y por eso permanezcan reprimidas, sin pasar por el discurso, habrá sentidos inaccesibles y realidades inaceptables.
Hay un claro ejemplo para ilustrarlo: “Si el sujeto sólo puede relacionar querida con mamá, será muy difícil que llegue a querer a alguien no transformándolo en su propia madre.”
Cada vez que es pronunciada una palabra nueva, cada vez que son reunidas palabras que antes nunca lo habían hecho, el sujeto es atrapado por un nuevo sentido, aunque nada sepa de ello.
Y la poesía ha encontrado la fórmula. Por eso la poesía es el más elevado peldaño en el que el lenguaje encuentra su manifestación. Y no es sólo por la belleza que la metaforización permite, sino porque consigue en su particular modo de expresión la conjunción de palabras que antes no habían logrado encontrarse y la explosión que esa unión desata — en su creación y en su lectura — transforma, ineludiblemente, algo en la manera de pensar del sujeto, más allá de su opinión o de su reconocimiento.
Como es el mundo de las palabras el que crea el mundo de las cosas, una nueva posibilidad de relación entre palabras, puede abrir mundos remotos, realmente nuevos para el sujeto.
Es la forma, también, en la que actúa la interpretación psicoanalítica. De manera poética, en un contexto de creación. Y en esas relaciones discursivas, desconocidas para el sujeto, se halla la posibilidad de abrirse a nuevas combinaciones, a nuevas formas para la vida.
En esa relación de permanente inauguración que encuentran el psicoanálisis y la poesía con la palabra para producir otras realidades, se apoya la publicación, casi exclusiva, en este blog, de textos, poemas y artículos de psicoanálisis y poesía.
NORMA CIRULLI
Despedida
Apenas se abría la luz en su ventana. Venía acompañada por el frío y ella sintió que despertarse, otra vez, traería confusión. Se negaba a abrir los ojos, sentada al borde de la cama.
Era feroz el arañazo en su espalda. Una garra latía en la herida de ese abrazo conservado donde está el vacío.
– La muerte no se lleva todo de una vez. Va entrando despacio, con sigilo, y arrasa donde menos importa, al principio. Comienza por llevarse el cuerpo. Pero el alma, la voz, el tacto los va quitando poco a poco, los arranca de los seres amantes, muy a pesar de ellos, lentamente.
Y el vivo se queda como un lobo aullante sin luna plena, como un desorientado pájaro sin luz.
Se sentó trabajosamente al borde de la cama, con el abrazo aún palpitando en su espalda.
Él había mentido otra vez: no se había ido.
¿Qué manos, sino, caminaban la escalera de sus vértebras?
Había estado allí toda la noche, consolándola en la soledad. Si todavía sus palabras sonaban como suaves cantos pulidos por los años y la calmaban al rozar su piel. No había dudas.
La despertó la vida. Ya estaba a pie de mundo, con los ojos abiertos y, en el lejano sur de su cintura, aquel brazo, el que tanto había amado, permanecía vivo y rodaba sosteniendo los versos.
Ella decía:
Pon a mi nombre tus ojos,
tu mirada enamorada
y tu risa de mar
en las márgenes
de un verano cualquiera.
Y él, ya lejos, gritaba:
Fue un tiempo intenso.
Yo iba al norte,
vos, al sur.
Cuando nos encontramos
estallaron los relojes.
NORMA CIRULLI
3 de setiembre de 2012
NO VIVE YA NADIE…
—No vive ya nadie en la casa —me dices—; todos se han ido. La sala, el dormitorio, el patio, yacen despoblados. Nadie ya queda, pues que todos han partido.
Y yo te digo: Cuando alguien se va, alguien queda. El punto por donde pasó un hombre, ya no está solo. Unicamente está solo, de soledad humana, el lugar por donde ningún hombre ha pasado. Las casas nuevas están más muertas que las viejas, por que sus muros son de piedra o de acero, pero no de hombres. Una casa viene al mundo, no cuando la acaban de edificar, sino cuando empiezan a habitarla. Una casa vive únicamente de hombres, como una tumba. De aquí esa irresistible semejanza que hay entre una casa y una tumba. Sólo que la casa se nutre de la vida del hombre, mientras que la tumba se nutre de la muerte del hombre. Por eso la primera está de pie, mientras que la segunda está tendida.
Todos han partido de la casa, en realidad, pero todos se han quedado en verdad. Y no es el recuerdo de ellos lo que queda, sino ellos mismos. Y no es tampoco que ellos queden en la casa, sino que continúan por la casa. Las funciones y los actos se van de la casa entren o en avión o a caballo, a pie o arrastrándose. Lo que continúa en la casa es el órgano, el agente en gerundio y en círculo. Los pasos se han ido, los besos, los perdones, los crímenes. Lo que continúa en la casa es el pie, los labios, los ojos, el corazón. Las negaciones y las afirmaciones, el bien y el mal, se han dispersado. Lo que continúa en la casa es el sujeto del acto.
CÉSAR VALLEJOS
Consulta de psicoanálisis en Ibiza
El psicoanálisis permite, a todo aquel que lo desee, mejorar su calidad de vida, sus relaciones sociales y sexuales, su rendimiento laboral, su creatividad, su manera de estar en el mundo.
Además es altamente eficaz en:
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situaciones de cambio: traslados, divorcios, menopausia…
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alteraciones menstruales
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«Psicoanalizarse, no para curar heridas pasadas, sino para vivir mejor el porvenir»
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CUERPO PRESENTE
La piedra es una frente donde los sueños gimen
sin tener agua curva ni cipreses helados.
La piedra es una espalda para llevar al tiempo
con árboles de lágrimas y cintas y planetas.
Yo he visto lluvias grises correr hacia las olas,
levantando sus tiernos brazos acribillados,
para no ser cazadas por la piedra tendida
que desata sus miembros sin empapar la sangre.
Porque la piedra coge simientes y nublados,
esqueletos de alondras y lobos de penumbra;
pero no da sonidos, ni cristales, ni fuego,
sino plazas y plazas y otras plazas sin muros.
Ya está sobre la piedra Ignacio el bien nacido.
Ya se acabó; ¿qué pasa? Contemplad su figura:
la muerte le ha cubierto de pálidos azufres
y le ha puesto cabeza de oscuro minotauro.
Ya se acabó. La lluvia penetra por su boca.
El aire como loco deja su pecho hundido,
y el Amor, empapado con lágrimas de nieve,
se calienta en la cumbre de las ganaderías.
¿Qué dicen? Un silencio con hedores reposa.
Estamos con un cuerpo presente que se esfuma,
con una forma clara que tuvo ruiseñores
y la vemos llénarse de agujeros sin fondo.
¿Quién arruga el sudario? ¡No es verdad lo que dice!
Aquí no canta nadie, ni llora en el rincón,
ni pica las espuelas, ni espanta la serpiente:
aquí no quiero más que los ojos redondos
para ver ese cuerpo sin posible descanso.
Yo quiero ver aquí los hombres de voz dura.
Los que doman caballos y dominan los ríos:
los hombres que les suena el esqueleto y cantan
con una boca llena de sol y pedernales.
Aquí quiero yo verlos. Delante de la piedra.
Delante de este cuerpo con las riendas quebradas.
Yo quiero que me enseñen dónde está la salida
para este capitán atado por la muerte.
Yo quiero que me enseñen un llanto como un río
que tenga dulces nieblas y profundas orillas,
para llevar el cuerpo de Ignacio y que se pierda
sin escuchar el doble resuello de los toros.
Que se pierda en la plaza redonda de la luna
que finge cuando niña doliente res inmóvil;
que se pierda en la noche sin canto de los peces
y en la maleza blanca del humo congelado.
No quiero que le tapen la cara con pañuelos
para que se acostumbre con la muerte que lleva.
Vete, Ignacio: No sientas el caliente bramido.
Duerme, vuela, reposa: ¡También se muere el mar!