La relaciones (amorosas, amistosas o familiares) se establecen muchas veces dentro de la dialéctica del amo y el esclavo. Es decir que, aparentemente, uno de los integrantes es el que manda y el otro el que se subyuga.
Podremos darnos cuenta de que esto es una mera ilusión en cuanto pensemos que el “esclavo”, sin ése que le manda, se pierde y que el “amo”, si pierde a su “esclavo”, deja de ser amo, es decir, para serlo está esclavizado al esclavo y el esclavo tiene noticias de eso.
La dependencia es mutua y la simbiosis, a veces, llega a límites insospechados: uno no es sin el otro. Por eso, una pérdida de la posición, a cualquiera de los dos, le significa una pérdida en el ser.
Cuando se rompe esa dialéctica “amo-esclavo”, se acaba la fiesta, se produce un quiebre en la dialéctica y hasta, a veces, se produce una ruptura en todo el espectro que delimitaba la relación, porque eso que podría llevar a los sujetos en juego a pensarse separados, dejando de ser un mero complemento del partenair, se hace intolerable: se han quedado sin el esclavo que para cada uno de ellos era el otro.
Muchas separaciones tienen que ver con esto.
Un paso psicoanalítico podría ayudarme a descubrir que amo y esclavo conviven en cada uno y que “cuando muera el tirano, me daré cuenta de que el tirano era yo».
Ud. también puede psicoanalizarse y conocerse mejor.